lunes, 16 de mayo de 2016






PEPE EL TORO ES INOCENTE 
O DEL PELIGRO DE EXTINCIÓN DE LOS FOROS ALTERNATIVOS


Creo que todo aquél cuyos intereses vayan un poco más allá del fútbol y las telenovelas conoce de sobra la situación que viven en México quienes han optado por desempeñarse profesionalmente en la práctica de las artes y la gestión Cultural. Corrupción, Burocracia, Nepotismo y lo más grave quizás, la indiferencia de múltiples sectores de la sociedad. Estos son sólo algunos de los factores que dificultan el desarrollo del arte y la cultura en nuestro bello país, por lo que cuando un espacio dedicado a tales expresiones del espíritu humano se ve obligado a cerrar sus puertas, lo que queda como ganancia es la reflexión; tratar de obtener alguna enseñanza de la debacle preguntándose uno mismo: ¿quiénes se quedan sin ese  espacio? ¿hice algo para incentivar su permanencia? ¿realmente me importaba que aquello estuviese ahí?







En Cuernavaca, han existido innumerables espacios y Foros Culturales y artísticos que desafortunadamente vivieron ciclos muy cortos como para la demanda que de ellos hay en una ciudad tan lejos y tan cerca de la capital del país.  En una brevísima lista es posible mencionar lugares cuasi-legendarios como el CaféArte en la Plazuela del Zacate, El Bar Aloha, Buba, El ángel exterminador/Galería Ánima Lötte que se encontraba en el 1er piso del Cine Morelos y los espacios dedicados al arte como, Casa Emergente, E21 y Alberca Artes que fungieron como un canal por medio del cual las nuevas expresiones de la plástica guayaba encontraron salida. 













Mas allá de adjudicar culpas o apuntar nuevamente a los obstáculos y problemas a los que se enfrenta cualquier espacio alternativo no sólo en la Ciudad de Cuernavaca sino en toda la república. Valdría la pena que cada quien hiciera un recuento de los proyectos, las personalidades y las experiencias que el Foro Cultural Pepe el Toro concitaba. A lo largo de su existencia Pepe el Toro se apuntaló como un espacio de encuentro para los músicos (particularmente a la álgida escena de Rock Morelense), los escritores, los cineastas, los bailarines, los fotógrafos, los poetas y los diletantes morelenses que en muchas  ocasiones se apropiaron del foro y lo utilizaron como plataforma para su trabajo o simplemente como lugar de esparcimiento e interacción.





Mi contacto personal con el foro se dio principalmente como “músico” (entrecomillo la etiqueta ya que nunca me he considerado como tal) porque 300 Rubias Suicidas se presentó 3 veces ahí; la primera en un fallido “concierto funeral”, la segunda en un concierto harto escandaloso y ponchado y la tercera junto con los Jaigüey. Sin embargo, hubo muchas ocasiones en las que comí, cené o almorcé ahí acompañado de amigos o conocidos y tuve oportunidad de escuchar a otras bandas o ser participe de otras actividades culturales (en Pepe el Toro hubo exposiciones, mesas redondas, proyecciones, encuentros, presentaciones, etc.).  Cuando uno desarrolla esa relación personal con un lugar, su desaparición no le es indiferente, el vínculo queda roto más no borrado y tristemente se pregunta ¿cuál sigue?

Como público, si uno desea conservar y proteger sus espacios de expresión, debe analizar esta ecuación dispareja que involucra la rentabilidad económica, la corrupción e indiferencia institucional, la intransigencia empresarial  y la demanda social de entretenimiento y cultura  para hacer más peso en su lado de la balanza. Tal vez ésta batalla por evitar la extinción de un Foro cultural está perdida pero se avecinan muchas más.  

                                                 
                                                                               Imagen Oficial del Foro Cultural Pepe el Toro






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